París y Berlín quieren detener la actividad y Austria quiere mantenerla sin turistas
Las pistas de esquí se han convertido en un nuevo campo de batalla entre los políticos europeos. No se ponen de acuerdo sobre datos de la apertura ni de que si deben estar cerradas durante las vacaciones de Navidad, como medida para contener la expansión del COVIDIEN-19. Dudan los líderes europeos si tienen que poder abrir para no derrumbarse económicamente el sector. Francia, Alemania e Italia hacen frente común a favor de mantener clausuradas las estaciones de esquí hasta enero, pero se han topado con la oposición de Austria, Suiza y España, que tienen intención de abrirlas.
Francia, que ha cerrado sus estaciones, ha anunciado que pondrá controles en las fronteras para evitar que la gente vaya a esquiar a los países donde están abiertas y ha pedido a España y Suiza que también las cierren. El primer ministro Jean Castex ha reconocido en una entrevista a la televisión que «España y Suiza no se orientan ahora en este sentido, pero la diplomacia sigue intentando llegar a un acuerdo».
París, como Berlín, quiere un acuerdo a nivel europeo. Por su parte, Cataluña ha anunciado que abrirá las estaciones a partir del día 9 de diciembre, si no hay impedimentos que obliguen a cambiar los planes del CatSalut.
Precedente inquietante
Se da la circunstancia de que, al inicio de la pandemia, la estación de esquí de Ischgl, situada precisamente en Austria, fue un foco de expansión del virus en todo el mundo: miles de personas llegadas de más de 40 países se contagiaron y luego exportaron el Covidien a sus lugares de origen. Muchos de ellos presentaron una demanda contra las autoridades austríacas por negligencia, ya que consideraban que habían mantenido abierta la estación, a pesar de tener indicios de los contagios, por motivos económicos.