Cuando se cumplen 10 años del cierre de El Bulli como restaurante, el chef explica que sólo tendría sentido volver a dar de comer en el emblemático restaurante de la cala Montjoi si eso aporta dinero para mejorar la fundación. Si lo hacen, cosa que aún no está decidida, sería sin seguir explorando nuevos caminos, “eso es de locos y cada vez resulta más difícil”, sino a modo de obra expositiva, “sirviendo más o menos los últimos platos que dimos”, contextualizándolos con el paso de los años.
Adrià, que está convencido de que no han tenido tanta suerte, repasa algunos de los problemas que han sufrido, desde el ataque frontal de Santi Santamria, del que se aprovecharon países como Francia e Italia, la batalla de los ecologistas para reformar el espacio de la cala Montjoi u otros problemas personales. “Nada, si lo comparamos con una persona que esté en paro, pero sí si nos comparamos con otros colegas de restaurantes de máximo nivel”. El chef valora lo que supuso en su día el cierre de El Bulli y lo que hoy representa la desaparición del grupo El Barri, que señala como un problema económico de los hermanos Iglesias, no de su hermano, y que ha generado una “barrinización” de muchas casas en Barcelona y fuera, como en su día hubo una “bullinización” de la gastronomía.