Condiciones generales de la bodega
-Si por falta de espacio, no podemos instalar una bodega subterránea, no hay que preocuparse, existen en el mercado multitud de botelleros y cámaras-botelleros con diferentes tipos de capacidad.
-Las botellas deben colocarse siempre en posición horizontal, para que el corcho esté en contacto con el vino y su crianza sea más lenta.
-Es importante que los vinos permanezcan a una temperatura constante entre 11º y 14º como máximo ya que, a mayor número de grados, el vino evoluciona más rápidamente y disminuye su ciclo de vida. Muchos gourmets instalan la bodega en la cocina de su casa, por falta de espacio, pero eso no es buena idea debido a los bruscos cambios de temperatura que en ella se producen.
– Se deberá buscar un lugar sombrío, ya que la luz es amiga de la vid pero no de los vinos. También deben evitarse los ruidos y los olores fuertes.
– La humedad ha de estar sobre un 70%. Se puede, y es aconsejable, instalar un humidificador.
Selección de los vinos Ordenar las botellas por zonas vinícolas, cada una de ellas tiene sus características propias. Deberemos asegurarnos de elegir la tienda adecuada que nos garantice una buena conservación de los vinos y cuyos profesionales puedan aconsejarnos correctamente.
Los blancos No debemos almacenar más que los que pensamos podamos consumir en los seis meses siguientes. Lo mejor es ir comprando según se necesite. Un criterio que también deberemos seguir con los cavas, champagnes y rosados. No obstante, hay algunas excepciones como los vinos blancos de crianza que, por su elaboración, ‘aguantan’ más tiempo en la bodega.
Los tintos Si compramos Crianzas podremos mantenerlos durante dos o tres años. Si son Reservas o Grandes Reservas, unos años más, pero siempre haciendo un seguimiento. Si son jóvenes, debemos procurar consumirlos en el año.
En cuanto al número de botellas, hay quienes aseguran que no se puede empezar a presumir de bodega hasta disponer de 200 unidades. Pero no desanimarse. Como asegura el dicho, “todo es empezar…”
La idea Si se siente una verdadera afición por los buenos caldos, es una buena idea compartirla con nuestras amistades, sugiriendo la posibilidad de que llegado el momento (santo, cumpleaños, Navidad…) piensen en los vinos como posible obsequio, de este modo es posible que en unos meses la bodega personal se vea incrementada con botellas interesantes y sorprendentes que posiblemente usted no compraría.